A medida que despierto, los mundos chocan y se fusionan entre sí. La
realidad da lugar a alternativas; una narrativa termina y otra comienza.
Al dormir; los sueños quedan atrás, dando paso al soñar despiertos. Lo
real cede a lo irreal, la historia en otra forma.
Al despertar no estoy segura de dónde me encuentro, viviendo al interior
y entre mundos. Todavía desenfocada y no del todo segura, sin embargo
estoy despierta.
¿Es todo aquello sólo una historia? ¿O es acaso la misma?
Cuando despierte ¿Cómo sabré si estoy despierta?
¿Qué es real, esto o aquello?
¿Puedo dar vuelta la página, dejar su registro en una nueva era?
El mundo parece ser tanto lógico como irracional a la vez. Esta mezcla
simultánea de lo real e irreal, lo racional e irracional, crea tal sensación
e invoca una ambigüedad inquietante. Los sueños parecieran ser un
desprendimiento de los reinos psicológicos, los que tienden a permanecer
tirantes durante el día.
La química en el cerebro de la mente dormida es distinta a aquella
de la mente despierta, lo que en parte explica la aparición de algunos
símbolos extraños y misteriosos.
¿Qué tan frágil es la diferencia de la vida en los sueños con la vida al
estar despiertos?
Muchos han planteado la siguiente interrogante: ¿acaso estamos todos
viviendo en un mundo onírico, donde el inconsciente secretamente dicta
cada uno de nuestros pensamientos? ¿Estaremos dormidos o despiertos?
¿Tiene que ser lo uno o lo otro?
¿Es posible que estos estados estén verdaderamente separados?
La ambigüedad hace que sea posible para los humanos considerar
múltiples interpretaciones de una sola cosa, evento o experiencia,
constantemente fascinados con estados de pensamiento alternantes.
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